domingo, 25 de septiembre de 2011

No vivo en África, pero África vive en mi.

Pena, miseria, hambre, sequías, poblados, dolor, enfermedades, calor, sol y arena… ¿Se atreven a decir que no han pensado en África?  Seguramente han recordado esas imágenes de Somalia en las que mientras discutían para no comer, alguien moría allí por eso mismo, por no comer.  ¿Eso es todo? ¿África es hambre? Desde España sí, pues ya dice el dicho “Barriga llena, corazón contento”
El desconocimiento del continente, su cultura, religión y modos de vida hacen que esas personas sean lejanas y distantes, que a pesar de que estén a tan solo mil kilómetros no sean vecinos sino enemigos o aquellos desgraciados que vienen a robar y a quitarnos el trabajo. El desconocimiento, con todas sus letras, hace que los seres humanos se dividan en mundos, pero… ¿Acaso no vivimos en un mundo único? Ah! No, claro que no, nosotros como primer mundistas no sabemos que tenemos un nivel de vida “gracias a” esos tercermundistas. El desconocimiento, ese es el problema. Y como todo problema, tiene una solución. Las palabras.
Las palabras que al inicio recordaban a África tienen un gran poder, pero todas las palabras en general, también lo tienen. Porque este continente es mucho más que datos de esos que nos informan de que en Kenia el 70 por ciento de la población no posee agua potable. África es más.
 Sus palabras y su literatura pueden acercarnos a esos territorios desconocidos, en los que puebla la belleza y la ilusión, y de este modo perder dicho desconocimiento para ganar nuevas ideas.  Y es por esto porque que en  el TEA se ha creado el Salón internacional del Libro Africano, en el cual África educa a través de sus palabras. De este modo se enseña a los interesados la cultura y literatura africana, con imágenes de países como Senegal, y además de charlas con y sobre escritores africanos.  También de cuentacuentos que conllevarán a una autentica torre de Babel, pues el bereber, el wolof, el suajili y varios idiomas africanos se mezclaran entre palabras para alzarse victoriosos en su negritud, su cultura y vida.
Este proyecto conlleva una iniciativa de acercamiento entre ambos continentes, esta unión crea un conocimiento, y por tanto finaliza con las ideas preconcebidas y la desconfianza en esta cultura, muestra la cara más hermosa de África: su generosidad, su gente, sus idiomas, sus paisajes, y sus palabras más profundas. Y ahora... taabu, njaa, ukame, vijiji, maumivu, magonjwa, joto, jua na mchanga… Suena exótico y soñador ¿verdad? Pero siguen siendo las mismas palabras del principio de esta redacción, aquellas palabras que escandalizaban y nos traían a la mente niños muriendo de hambre, soledad y algo de calor. Ahora al escucharlas en su idioma, al imaginarlas en sus voces podemos sentir el aire caliente en nuestra piel, el sol a nuestra espalda, y el territorio africano en nuestros ojos, porque las palabras más poderosas las pronunciaremos en silencio, mirándonos a los ojos y sintiendo en el corazón que no hay más que un mundo.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Empezar

Hoy quiero empezar un diario sobre mi viaje a Senegal, quiero acostarme tarde y emborracharme de ese país y mis recuerdos. Necesito explicar esta pena, que después de tres meses aún perdura dentro de mi, como si una orquídea fuera, pero sin flores... la tristeza y la melancolía no tienen flores blancas colgando

muerte

No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad. Gabriel García Márquez


Cuando las lágrimas son de fuego que se resbala por tus mejillas, apresuradas  a encontrar la comisura de tus labios... 
Cuando los segundos se transcurren en silencio mientras miras tus manos desnudas sin encontrar la solución en ellas, recuerdas aquella frase que escuchaste un día, y ahora te suena amarga y desesperada... Carpe Diem... ¿Quién es capaz?
Quien puede vivir siempre al límite, sin hundirse y nadar en el lodo... Algún día moriré y seré nada, solo pasto de los gusanos que morderán mi cuerpo con furia y pereza al mismo tiempo, seré carne putrefacta, huesos y algo de tierra. 
No habrá una sonrisa ni una mirada, solo seré el recuerdo vago en algunas mentes, que también morirán...Así que...¿Para qué ese Carpe Diem?
Ah! sí, para que los gusanos que te coman, muerdan una piel roida por el viento y unos músculos fuertes de saltar de felicidad, y es que a veces mirar a la muerte y a sus gusanos es lo único que queda, para entender la vida.